El 2 de Diciembre de 1902, nació en San José, departamento Santa María
Manuel Acosta Villafañe. El don de la música despertó temprano en su
corazón y ya mientras cursaba los primeros años de estudio, la música
lugareña brotaba de su armónica para regocijo de sus changos amigos, y
para inquietud de sus padres que deseaban otro destino para Manuel.
Así fue que adolescente fue obligado a ingresar a un colegio religioso, a fin de que sea cura. Al cabo de 2 años, como no podía ser de otra forma, Manuel abandonó la carrera impuesta, para dedicarse de lleno a lo que el quería: la música de su tierra.
Hacia 1926 junto a su hermano Carlos Quintino, que era estudiante de veterinaria, formó el Dúo Calchaquí Acosta Villafañe, y así rumbearon hacia la meca del arte argentino, Buenos Aires.
Ya en la gran ciudad, fueron acompañados por Carlos Quiroga, buen amigo con el que contaban y el los arrimo a los medios sociales y tradicionalistas de aquellos tiempos, y poco a poco fueron haciéndose un lugarcito entre la gente del ambiente folklórico, que los acepto encantados, por su gracia y todo el donaire de sus cantares.
A poco de andar por el camino del canto nativo en la gran ciudad, fueron llamados para actuar en Radio Nacional, casi al mismo tiempo, los contratan para que grabaran una placa discográfica, que lleva entre sus títulos un escondido llamado "El Catamarqueñito", que fue de gran aceptación y les valió un contrato por cinco años en la misma grabadora, contrato que se renovaría hasta el final de la vida de Manuel.
Con el correr de los años, el Dúo Calchaquí Acosta Villafañe, se afincó para siempre en el corazón nativista argentino. Fueron muchas las obras grabadas (poesías de alto vuelo), entre ellas "Noches De Catamarca", "La flor del cardón", " La Vidala del Culampaja", "El miau miau", "Amor viejo vale mas", y tantas, tantas mas...
El Dúo Calchaquí, en donde Carlos era primera voz y Manuel Segunda, no solo fue acompañado por guitarras, ya que también estuvo la Orquesta Calchaquí , sinónimo de sapiencia musical innata, de estos maestros del arte con mayúsculas.
Con el correr de los años, Carlos decidió volver a Catamarca, siendo reemplazado en el dúo por Carlos Gallo, gran cantor y amigo, compañero de muchas noches de trasnochadas porteñas. Debemos mencionar el acompañamiento musical que tuvieron en aquellos tiempos estos juglares norteños como Napoleón "Machingo" Abalos al piano, José Gerez en bandoneón, las guitarras de Humberto Canataro y Roberto Pedretti, y los violines de Salas y Requena.
Manuel Acosta Villafañe tuvo su peña "La salamanca" en la Avenida Rivadavia al 5000 y tantos, de Buenos Aires. En 1941, durante una festividad religiosa, Catamarca pudo verlos cantar a Manuel y Carlos juntos como años atrás en la Ciudad de San Fernando Del Valle De Catamarca. El Ambato revivió a la voz de sus trovadores...
En 1947 Manuel volvió a Santa María, para trasladarse a la Capital provincial. Fue durante este tiempo que le dio vida a Los Arrieros Del Ambato, junto a Germán Leguizamón, Juan Ramón Ponce y Atuto Mercau Soria. Actuaron con gran éxito en el salón de actos del colegio nacional, para recorrer luego todo el oeste de su provincia. Más adelante el conjunto sumaría otros elementos. Víctor Quinteros, que años más adelante sería integrante de Los Cantores De Salavina, con quienes hallaría triste final en 1963, en el luctuoso accidente en cercanías de Tres Arroyos, Provincia De Buenos Aires, y Ramiro Espoz Saavedra, un gran glosador.
La gira de Los Arrieros Del Ambato siguió con gran éxito por el norte argentino. Hacia 1951 Manuel Acosta Villafañe, amante de las actividades rurales, compró tierras en Tinogasta, pero causas ajenas a su voluntad le impidieron continuar con ellas volviendo a la música. Años después intentaría retornar a las faenas de campo, y para ello compro tierras en Piedra Blanca, y esta vez los esfuerzos vieron su fruto, que colmaron sus expectativas.
Fue concurrente habitual de la Confitería Richmond , en la Ciudad De Buenos Aires.
Aquejado de una cruel enfermedad estomacal, falleció el 7 de Diciembre de 1956, en Capital Federal. Precedió en una semana trágica para el mundo nativista, a Hilario Cuadros, otro gran trovador, que falleció un día después.
“Don Manuel” o “El tata”, como se lo conocía, creía en su misión de difusión del canto, la poesía y la danza de inspiración y proyección folklórica para lo cual puso todo su empeño junto a la camada de provincianos que trataba de hacer conocer las expresiones del arte nativo de sus provincias en Capital Federal. También mostró a través de sus canciones los costados más valiosos, puros e íntimos del ser catamarqueño. Dialogaba con la gente, le decía lo que pensaba en el idioma coloquial de la tierra.
Así fue que adolescente fue obligado a ingresar a un colegio religioso, a fin de que sea cura. Al cabo de 2 años, como no podía ser de otra forma, Manuel abandonó la carrera impuesta, para dedicarse de lleno a lo que el quería: la música de su tierra.
Hacia 1926 junto a su hermano Carlos Quintino, que era estudiante de veterinaria, formó el Dúo Calchaquí Acosta Villafañe, y así rumbearon hacia la meca del arte argentino, Buenos Aires.
Ya en la gran ciudad, fueron acompañados por Carlos Quiroga, buen amigo con el que contaban y el los arrimo a los medios sociales y tradicionalistas de aquellos tiempos, y poco a poco fueron haciéndose un lugarcito entre la gente del ambiente folklórico, que los acepto encantados, por su gracia y todo el donaire de sus cantares.
A poco de andar por el camino del canto nativo en la gran ciudad, fueron llamados para actuar en Radio Nacional, casi al mismo tiempo, los contratan para que grabaran una placa discográfica, que lleva entre sus títulos un escondido llamado "El Catamarqueñito", que fue de gran aceptación y les valió un contrato por cinco años en la misma grabadora, contrato que se renovaría hasta el final de la vida de Manuel.
Con el correr de los años, el Dúo Calchaquí Acosta Villafañe, se afincó para siempre en el corazón nativista argentino. Fueron muchas las obras grabadas (poesías de alto vuelo), entre ellas "Noches De Catamarca", "La flor del cardón", " La Vidala del Culampaja", "El miau miau", "Amor viejo vale mas", y tantas, tantas mas...
El Dúo Calchaquí, en donde Carlos era primera voz y Manuel Segunda, no solo fue acompañado por guitarras, ya que también estuvo la Orquesta Calchaquí , sinónimo de sapiencia musical innata, de estos maestros del arte con mayúsculas.
Con el correr de los años, Carlos decidió volver a Catamarca, siendo reemplazado en el dúo por Carlos Gallo, gran cantor y amigo, compañero de muchas noches de trasnochadas porteñas. Debemos mencionar el acompañamiento musical que tuvieron en aquellos tiempos estos juglares norteños como Napoleón "Machingo" Abalos al piano, José Gerez en bandoneón, las guitarras de Humberto Canataro y Roberto Pedretti, y los violines de Salas y Requena.
Manuel Acosta Villafañe tuvo su peña "La salamanca" en la Avenida Rivadavia al 5000 y tantos, de Buenos Aires. En 1941, durante una festividad religiosa, Catamarca pudo verlos cantar a Manuel y Carlos juntos como años atrás en la Ciudad de San Fernando Del Valle De Catamarca. El Ambato revivió a la voz de sus trovadores...
En 1947 Manuel volvió a Santa María, para trasladarse a la Capital provincial. Fue durante este tiempo que le dio vida a Los Arrieros Del Ambato, junto a Germán Leguizamón, Juan Ramón Ponce y Atuto Mercau Soria. Actuaron con gran éxito en el salón de actos del colegio nacional, para recorrer luego todo el oeste de su provincia. Más adelante el conjunto sumaría otros elementos. Víctor Quinteros, que años más adelante sería integrante de Los Cantores De Salavina, con quienes hallaría triste final en 1963, en el luctuoso accidente en cercanías de Tres Arroyos, Provincia De Buenos Aires, y Ramiro Espoz Saavedra, un gran glosador.
La gira de Los Arrieros Del Ambato siguió con gran éxito por el norte argentino. Hacia 1951 Manuel Acosta Villafañe, amante de las actividades rurales, compró tierras en Tinogasta, pero causas ajenas a su voluntad le impidieron continuar con ellas volviendo a la música. Años después intentaría retornar a las faenas de campo, y para ello compro tierras en Piedra Blanca, y esta vez los esfuerzos vieron su fruto, que colmaron sus expectativas.
Fue concurrente habitual de la Confitería Richmond , en la Ciudad De Buenos Aires.
Aquejado de una cruel enfermedad estomacal, falleció el 7 de Diciembre de 1956, en Capital Federal. Precedió en una semana trágica para el mundo nativista, a Hilario Cuadros, otro gran trovador, que falleció un día después.
“Don Manuel” o “El tata”, como se lo conocía, creía en su misión de difusión del canto, la poesía y la danza de inspiración y proyección folklórica para lo cual puso todo su empeño junto a la camada de provincianos que trataba de hacer conocer las expresiones del arte nativo de sus provincias en Capital Federal. También mostró a través de sus canciones los costados más valiosos, puros e íntimos del ser catamarqueño. Dialogaba con la gente, le decía lo que pensaba en el idioma coloquial de la tierra.
Por los Senderosde Argentina