Juan Falú: “No me imagino la vida sin canciones”

El talentoso cantautor dicta un taller de guitarra con entrada libre en la Facultad de Artes y Diseño y también actuará en vivo hoy en Chacras de Coria. Una excelente oportunidad para disfrutar de su oficio de docente y músico.
El docente, compositor, guitarrista y vocalista Juan Falú siempre se ha destacado por su corazón inquieto. Viene hace tres décadas escribiendo canciones, grabando discos, armando y desarmando dúos, girando por el país y el mundo, arreglando el repertorio de otros y descubriendo y reinterpretando a los poetas clásicos y modernos del folclore. 
imagenCon el mismo oficio, puede deslizarse hábilmente por la música de cámara y explorar las múltiples expresiones de la canción popular.
A Juan Falú se le reconoce como apreciado docente, como un hábil improvisador y arreglador y un experto metabolizador de la música tradicional en su cruce con lo moderno.  
Nacido en Tucumán rodeado de una familia de guitarreros (su tío fue el gigantesco Eduardo Falú), a los 26 años se mudó al barrio de Floresta, en Buenos Aires, porque “en 1976 Tucumán se había vuelto una carnicería” y no podía lidiar con la durísima experiencia de la desaparición de su hermano Lucho tomado prisionero durante la última dictadura militar.
Eran momentos difíciles. Por aquellos años Juan esquivó dedicarse a la música. Se recibió de psicólogo, se autoexilió en San Pablo, tuvo algunos pacientes y de a poco fue exorcizando sus inseguridades hasta recuperar el impulso que palpitaba en su ADN, tocando de a poco en pequeños bares mientras garabateaba sus primeras letras.
Siguiendo el abordaje del llamado "folclore de proyección", aquello extraño e incómodo que atizaban el Chango Farías Gómez y Raúl Carnota,  Juan pertenece a la actual liga de intérpretes y compositores que están alterando las fronteras del género, un movimiento paradigmático transgeneracional protagonizado por Juan Quintero, Carlos Aguirre, Jorge Fandermole, Liliana Herrero y Lilián Saba.



La lista puede ampliarse cruzando a Dino Saluzzi, Peteco Carabajal, Silvia Iriondo, Teresa Parodi, Raúl Barboza, Orozco-Barrientos, Suma Paz, Chango Spasiuk, Coqui Ortiz, Hilda Herrera, Rudi y Nini Flores, Raly Barrionuevo, Dúo Coplanacu, Ernesto Snajer, Ramón Ayala, y más. 
Juan está convencido de que cada canción tiene un poder inesperado, profundo. Su presencia como disertante en la Facultad de Arte y Diseño y su recital esta noche es una oportunidad irresistible de conocer su palabra, su oficio y su música (ver “La visita”).
-Usted expresó alguna vez que era posible ver el mundo como una canción, ¿es posible elegirla?
-A pesar de que todos tenemos nuestro repertorio preferido, una canción puede estremecernos sin formar parte de esa colección. Esto tiene que ver con la fuerza y la circunstancias en la que esta canción se mete dentro de uno. Va por ahí la cosa. Se me ocurre jugar un poco con las ideas y animarme a pensar que a través de una canción uno puede imaginarse la vida. También podríamos decir que no me puedo imaginar la vida sin una canción.
-Vino a hablarnos sobre la tradición y la innovación. ¿Cómo ve este tema desde la música folclórica? 
-Me parece que la buena noticia es que ese tránsito existe. Nuestra generación atravesó un período de la vida cultural argentina en que había un fuerte antagonismo entre tradición y modernidad. Había que elegir uno u otro lado. Teníamos la opción de encasillarnos en aquellos rótulos que nos definían como músicos de proyección, un término que sobre todo acuñaban los folclorólogos. En este momento me parece que el folclore encierra en sí mismo lo más viejo y las posibilidades de lo más nuevo. Esta es una cuestión muy importante. Suelo marcarla bastante. Me parece que el abordaje que se está haciendo del folclore desde los músicos actuales es realmente para sacarse el sombrero. Hay jóvenes y no tan jóvenes, muy formados, muy comprometidos, muy estudiosos, que están siempre con la mirada atenta en el ayer y el mañana. Esto recrea la música con autoridad y la mismo tiempo se percibe que las identidades del folclore están preservadas y al mismo tiempo hay un desarrollo para adelante.

“La música cuyana y sus músicos siempre me han inspirado respeto y admiración. Creo que es el repertorio más prolijo del país... un verdadero ejemplo de bondades poéticas y de interpretación”.