“El
chamamé es más importante que el tango en términos identitarios, porque
representa como ninguna otra expresión musical la compleja mixtura de
las comunidades autóctonas y las de quienes llegaron a estas tierra,
conquistadores e inmigrantes", explica el académico francés Michel
Plisson, etnomusicólogo de la Sorbona y uno de los mayores especialistas
en mestizajes musicales en América latina. Doctorado por Paris IV
Sorbonne y docente de la Universidad de París III y del Instituto de
Estudios de América Latina (IHEAL), Plisson dialogó con Clarín sobre los
orígenes históricos del género más popular del Litoral argentino. Fue
en el marco del almuerzo que se celebró en la Unesco. Ante ese organismo
el Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos, la Gobernación de
Corrientes y el Ministerio de Cultura de la Nación impulsan una
candidatura para que el chamamé sea reconocido como Patrimonio Cultural
Inmaterial de la Humanidad.
Según explica Plisson, a las raíces indígenas guaraníes –la base
musical del chamamé- se superpusieron, a partir del 1600 y hasta el
siglo XIX, las influencias jesuitas, españolas, aunque también alemanas y
judías, que aportaron variaciones rítmicas y nuevos instrumentos,
desconocidos para los indios –que utilizaban los propios-, como el
acordeón y el bandoneón, que multiplicaron sus posibilidades expresivas.
Esa integración, entre los rasgos culturales del aborigen guaraní y los
de conquistadores e inmigrantes, dio origen a una expresión musical
original, representativa del nuevo hombre americano.
“Sigue siendo un género tan representativo porque los argentinos
–dice el etnomusicólogo francés- se ven reflejados en esa fusión que
integró a los indios guaraníes con la herencia española, las oleadas de
inmigración europea y la contribución africana.” Las razones por las que
su status simbólico terminó siendo mucho más limitado que el del tango,
se debe, en la visión de Plisson a que “aunque muy popular en su región
de origen, fue despreciado mucho tiempo en la capital, porque quedó
demasiado identificado con los estratos sociales más pobres. Incluso
ahora, mis amigos franceses se burlan de que yo investigue el chamamé:
‘¿Te gusta eso?’, se burlan. ‘Es de cabecitas negras’. Por suerte eso
está cambiando”, relata.
El chamamé, que en el país tuvo a Ramona Galarza, Teresa Parodi,
Antonio Tarragó Ros y el Chango Spasiuk, entre sus exponentes más
populares, con el regreso de la democracia fue abrazado por los jóvenes
que veían despertar la cultura adormecida. Se canta en español con
frases en guaraní y se acompaña del sonido de acordeón, bandoneón y
guitarra.
-¿Por qué cree que el chamamé no tiene el mismo rango o status simbólico del tango?
-Porque es la música de los inmigrantes del interior, de los que se
llamaban "los cabecitas negras”. La música siempre tiene una fuerza
simbólica -y política- increíble. Hay cuestiones con las que la gente
quiere identificarse y otras con las que no.
-Usted desmiente el origen guaraní del género...
-Es un "cliché" que quiero combatir: el chamamé no es una música
indígena y tampoco guaraní. Hay toda una corriente que reivindica el
chamamé como música indígena, de los indios con plumas, o también de las
reducciones jesuíticas, y esto no es así. Como casi todos los géneros
músico-coreográficos de América latina, de México hasta Tierra del
Fuego, el chamamé es una música mestiza, hecha de varios ingredientes de
culturas muy diversas. Igual que las empanadas, que son salteñas pero
de origen sirio-libanés; o como las bombachas gauchas, que son de origen
turco. Es guaraní solamente la cara de quienes lo tocan -o lo tocaban,
puesto que ahora todo el mundo puede tocar el chamamé, incluso lo hacen
japoneses o franceses-. El chamamé es el compendio que legaron los
inmigrantes europeos que llegaron en el siglo XIX a la Mesopotamia con
instrumentos de lengüeta libre -acordeón, bandoneón- y que escucharon la
música nativa, es decir la música tocada en arpas y guitarras.
-¿De dónde y cuándo surge el nombre, “chamamé? ¿Y qué significa?
-El nombre de chamamé aparece por primera vez en 1821 en una
revista popular y satírica de Buenos Aires. Al parecer, hacía referencia
a un baile muy mal ejecutado. La palabra es guaraní. Según el
diccionario guaraní-castellano de Antonio Guash, chamamé significa algo
hecho a la ligera, de manera desordenada. Se traduce en español por
"enramada", es decir ramaje, cobertizo hecho de ramas y plantas. Fuera
del origen de la palabra, no se supo mucho más sobre la música hasta el
año 1930, cuando se grabó el primer tema musical con el nombre de
"chamamé" en los estudios de la RCA Víctor, en Buenos Aires. Corrientes
Poty (Flor de Corrientes) es efectivamente el primer título registrado
en la rúbrica "chamamé" en la Sociedad de Autores y Compositores
argentinos (SADAIC). Otra de las versiones que circulan es la de
Gualberto Mela, oriundo de la provincia de Corrientes, que explica que
sobre el origen de la palabra existen varias versiones. Una sostiene que
Samuel Aguayo dijo bromeando un día en un ensayo: "ñamo chamamé mamé",
que significa en guaraní "vamos a tocar así, a primera vista, sin
ensayo". Entonces pronunció la palabra "chamamé". Él, Samuel Aguayo,
asegura que esto ocurrió así. En aquel entonces, la compañía RCA Víctor
quería atraer el público popular de Corrientes para que comprara sus
discos, y por eso habrían elegido esta palabra para denominar a un
género que tenía una connotación popular y guaraní. Pero, por supuesto,
la música existía ya mucho antes del nombre que se le atribuyó.
-¿Cómo se llamaba antes?
-"Polquita correntina". O "ramada", "una ramadita", decían: "ña
mbopú una ramadita". El nombre de "polquita correntina" se encuentra
casi siempre en los discos de cera de aquella época. Solo a fines de los
años treinta se generaliza la palabra "chamamé" y es con este nombre
esta música alcanza gran popularidad.
-¿En qué medida se vería beneficiada la movida chamamecera (el
chamamé y sus artistas) de aprobarse la postulación presentada ante la
Unesco?
-Muchísimo, porque ganaría legitimidad mundial. Eso impulsaría a
los jóvenes compositores del género a enriquecer aún más esa música con
su talento. Algo parecido logró Niní Flores en su concierto en el Teatro
Colón, poco tiempo antes de su fallecimiento. De a poco, se va
legitimando esta movida, sobre todo en este contexto de globalización:
¿de qué hablan dos correntinos que se encuentran en Londres? De chamamé,
como dos porteños hablan de tango. Igual que el candombe en Uruguay,
que era música exclusivamente de los esclavos negros en Montevideo, y
hoy es la música -y el baile- nacional en ese país.
Del litoral, al mundo
A diferencia del tango, que se pasea majestuoso por el mundo en
representación de la cultura argentina y que ya obtuvo en 2009 el
reconocimiento como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, el chamamé ha
quedado confinado a la región mesopotámica y se identifica con un
fenómeno local, característico de la región litoraleña (sobre todo, la
provincia de Corrientes, aunque también se extiende al Chaco, norte de
Santa Fe, norte de Entre Ríos, sur de Misiones y parte del este de
Formosa).
Ahora, el Estado Nacional impulsa una cruzada para darle
visibilidad mundial. Ya reconocido como un bien cultural de la región
-en 2009, el chamamé fue declarado Patrimonio Cultural de la Argentina,
mientras que este mes fue reconocido como Patrimonio Cultural del
Mercosur-, el género aspira a ganarse el reconocimiento mundial. El
trabajo conjunto del Ministerio de Cultura de la Nación, el Sistema de
Medios y Contenidos Públicos y el gobierno de Corrientes, a través del
Instituto de Cultura de esa provincia que preside Gabriel Romero,
permitirá que se concrete la postulación formal. Con ese propósito
viajaron a París el titular del Sistema Federal de Medios y Contenidos
Públicos de la Nación, Hérnán Lombardi; el gobernador de Misiones, Hugo
Passalacqua; y Romero, entre otros.
“Esperamos que, además, se puedan generar políticas públicas a
largo plazo, que el chamamé se vea reflejado en los programas educativos
y también en los medios públicos, porque ha sufrido una histórica
discriminación que es preciso corregir”, señaló Romero a Clarín. “El
chamamé fue despreciado incluso en la última edición de los premios
Gardel, que emitió un espectáculo grabado en un teatro diferente al
escenario central y en diferido. Esto revela un menosprecio por el
género.”
Ahora el organismo internacional analizará los aspectos técnicos de
la propuesta. Los pasos que seguirá esta postulación incluyen el
informe de la Comisión técnica de la Unesco el próximo 30 de junio, el
envío de los ajustes a la postulación el 30 de septiembre y, de resultar
positivos estos pasos, la derivación a la comisión evaluadora de
Unesco.
CLARÍN
Por los Senderosde Argentina