En 2020 se convirtió en la primera bagualera trans en entonar sus canciones junto a grandes referentes folclóricos. Un perfil de una referente del canto con caja, pero también de la lucha Lgbt indígena. Desde los Valles Calchaquíes, Milagro Mariona y Dafna Alfie retratan a Lorena Carpanchay.
Lorena Carpanchay nació abrazada por las montañas de la quebrada, el 1 de septiembre de 1969. Luchadora desde la cuna, nació sietemesina, por lo que pasó sus primeros dos meses de vida en una incubadora. Al pie del cerro, aprendió a hacer sonar su caja, levantar su voz y cantar defendiendo su cuerpo-territorio.
Migrar, esa experiencia compartida por las travestis que deben abandonar sus territorios para vivir la vida que eligen en las grandes ciudades, fue algo que a sus 12 años tuvo que hacer Lorena para convertirse en la travesti que hoy es. Buenos Aires la acogió y la crisis del 2001 la devolvió a su pueblo.
Volver no fue fácil, tuvo que enfrentarse al estigma y la discriminación de quienes rechazan lo que no conocen. Tejiendo resistencia, enlazando sus mundos, tanto su madre como su padre la aceptaron poco a poco. El contexto también acompañó, con los avances en materia de derecho y los debates públicos que implicaron la Ley de Matrimonio Igualitario y la Ley de Identidad de Género, mientras que la perspectiva de diversidad que se colaba en las aulas de las escuelas rurales de Cafayate con la Educación sexual Integral.
Conocer a Lohana Berkins, Pia Ceballos y Mary Robles en el Encuentro Nacional de Mujeres de 2014 fue decisivo. Ese mantra que repetimos, “ninguna mujer vuelve igual de un encuentro de mujeres”, se volvió carne en Lorena. Les contó que ella cantaba y sin dudarlo, las travestis le consiguieron una caja y la subieron al escenario. Desde lo más hondo de sus pulmones, cantó como nunca antes había cantado y todo en su vida se transformó.
El 2016 fue el año bisagra para su carrera como coplera. Fue invitada a participar en el ciclo “Soy en tu mirada”. Recuerda que fue la primera vez que la nombraron bien: Lorena Carpanchay, coplera trans. A partir de entonces, las invitaciones no pararon. Conoció a Susy Shock, quien la invitó a un concierto en el Centro Cultural Kirchner. Entablaron una gran amistad, compartiendo escenario más de una vez y participó del disco Brotecitos, donde personas travestis, trans y no binaries de todo el país trabajaron colectivamente.
Su gran sueño desde chica era pisar los escenarios de La Serenata de Cafayate, el festival folclórico más importante de Salta y uno de los más destacados del país. En 2020 ese deseo se cumplió, convirtiéndose en la primera bagualera trans en entonar sus canciones junto a grandes referentes folclóricos.
Hoy Lorena alterna la crianza de sus animales y el tejido, con los viajes artísticos que la llevaron a recorrer todo el país. Al ritmo de la baguala, se transformó en una referente del canto con caja, pero también de la lucha Lgbt indígena. Es parte y referente de la comunidad diversa de los Valles Calchaquíes, convocada para cada marcha y presente en todas las actividades desde Amaicha hasta Tilcara.
En su música le canta a las travas, a las viejas y las cansadas. Sus coplas le rinden homenaje a pioneras militantes, como Lohana Berkins y Diana Sacayan. Les envía coplitas de amor y les augura los mejores deseos. Retrata paisajes del norte, pero también de las vidas trans. Le canta a su tierra, a la pacha y denuncia el extractivismo avasallante que sufren nuestros territorios.
“Cuando canto, me siento contenta de lo que estoy contando. Me siento liberada, me sale del alma, lo llevo adentro de mi corazón”. Al cantar se van todas las penas. Canta las coplas del valle de San Luis.
Lunita de los valles, lunita de mis amores
no dejes que me callen
por la furia de las travestis.
Pero la carrera de Lorena no solo quedó en la música. Su historia es tan conmovedora que participó de documentales como “Trascendente”, y en 2020 su coterránea y reconocida cineasta Lucrecia Martel, la invitó a participar de “Terminal medianoche”, un documental filmado durante la pandemia por COVID-19 en la casa de Martel, en las yungas salteñas.
Con paso lento, pero seguro, transita los 10 kilómetros que separan su casa en el Paraje San Luis de la Plaza Principal de Cafayate, donde lleva para vender sus dulces, frutales, ponchos y ruanas que teje con la paciencia que se aprende de ver los cardos crecer entre el suelo arenoso y seco de Cafayate.
La voz de Lorena cambió desde que encontró una comunidad que la abraza a pesar de las distancias. Su mística se contagia, se siente en el aire, se transmite con el vibrar de su caja.
Soy como la cigarra, de corta vida larga fama
Amanezco cantando de la noche a la mañana
Su deseo es seguir cantando, llevar su música a todas partes y contar sobre lo que es ser una mujer trans de los Valles Calchaquies. “Quiero seguir cantando y seguir proyectándome. Hablar de mi cultura, de ser una chica trans”, dice. La pachamama la lleva en la piel, los colores de los cerros se impregnan en sus atuendos, una ruana multicolor es su bandera que combina la diversidad y su origen diaguita. “Viajar con mi cajita coplera llevando mi arte de trava diaguita a los escenarios de mi país querido”.
Al cielo rojo de las traviestis
conciencia, memoria y resistencia
“Mi música da mucho, es para toda la sociedad. Como ya me gusta el gustito de cantar en escenarios grandes, quiero cantar en Cosquín, en la Fiesta del Poncho. Y ser felíz, es lo que más deseo”.
La voz de Lorena nos acerca la fuerza de algo auténtico, de una existencia diversa que no tiene que ver con la ciudad, con un deseo que no es el de tener más, ni el de comprar y vender, sino el de compartir y vivir la buena vida.
Fuente:latfem
Por los Senderosde Argentina