El repunte de Naicó es un ejemplo de superación para todos los pueblos olvidados tras los cierres de las estaciones de ferrocarriles. Este poblado creció alrededor de las vías del tren, tras la inauguración de su parada en 1911. La localidad desarrolló su infraestructura en una particularidad forma de T y llegó a tener más de 600 habitantes, cuando circulaban 40 vagones diarios con 40 toneladas de leña.
Allí, relatan historias como las tradiciones de la misa cada 15 días con un cura que iba especialmente para la ocasión, y llevar ramos de margaritas al cementerio en el Día de los Muertos. Después de que las calles se vaciaron, los edificios sufrieron el impacto de temporales, vandalismo, robos y usurpaciones que llevaron al paisaje al panorama actual, donde las ruinas evocan silencio y la detención del tiempo.
Hubo varias oleadas de éxodos que dejaron como recuerdo algunas instituciones en pie, y otras que conservan sus paredes semiderruidas como vestigio de los centros de reunión del lugar que alguna vez fue “dos pueblos en uno”.
Por los Senderosde Argentina