La hinchada de River no pudo desplegar sus banderas malvineras ante Colo Colo y abrió la discusión. El tema de la columna “Pelotazo al vacío”.
La influencia y el intervencionismo británico en Sudamérica vienen desde los tiempos de las guerras de la independencia y, pasados más de dos siglos, siguen vigentes en estos territorios como lo comprobó la hinchada de River el martes pasado al no poder desplegar sus banderas malvineras en el recibimiento del equipo porque la Conmebol consideró que su exhibición constituía “violencia política”, ya que aparentemente la ocupación inglesa de Malvinas no fue un acto violento sino que se llevó a cabo a través del diálogo y la persuasión.
Los argumentos de la Confederación Sudamericana desorientaron a la dirigencia de River y del país, sobre todo si se considera que el presidente de la AFA forma parte del Consejo del organismo con rango de vicepresidente segundo, lo que llevó a los dirigentes más nacionalistas a preguntarse si Claudio “Chiqui” Tapia no sería otra cosa que un agente inglés infiltrado en el fútbol argentino. Algunos fueron más lejos y aseguraron (sin ningún sustento documental) que su verdadero nombre es William Carr Tapia, y descendería en línea directa de William Carr Beresford efímero gobernador británico de Buenos Aires durante las invasiones.
Sin embargo, la versión que tiene más fuerza respecto de la polémica decisión de Conmebol con las banderas tiene que ver con una reciente solicitud emanada del presidente de la organización, el paraguayo Alejandro Domínguez, “abogando por un fútbol sudamericano sin violencia”. Este documento titulado “Por una Copa Libertadores en la que reinen la paz y el amor” estaría motivado el temor del dirigente a que hinchas argentinos enfervorizados por alguna victoria o una celebración decidan reconquistar Malvinas al salir de un estadio envolviendo al fútbol en un conflicto internacional, razón por la cual vivió con gran nerviosismo el festejo masivo de la Copa de Mundo en las calles y avenidas de Buenos Aires.
“Los hinchas argentinos son imprevisibles y capaces de cualquier cosa”, suele decir Domínguez en privado mientras toma tranquilizantes para controlar la visión obsesiva que tiene de los fanáticos argentos.
Por los Senderosde Argentina